5 de septiembre de 2006

El Momento

Sin la salida que le otorgará el pasadizo secreto de la oscuridad, se desplomó el pensamiento. “Este es el momento” comenzó a decir con la voz fúnebre que ahora marcaba su destino, con el ánimo marchito, con la voz extinta... desdobló nuevamente su esperanza augurando la noche eterna, suplicando con su mirada el cobijo del cielo. Sus deseos habrían desaparecido, ahora gritaba su alma, estallaba más allá del cuerpo, invadiendo al tiempo, huyendo de la memoria eterna. Ahora las estrellas danzaban con la suave melodía del silencio.

...pero el silencio recobro nuevamente su sentido, agitando el sentimiento deprimente de la derrota, del sueño muerto. Ahora el tiempo juega marchitando la esperanza, y mil veces más la caída sería el parpadeo de su esfuerzo, de la necesidad del sueño, del triste sueño.

Todas las imágenes esparcidas como el aroma que suscita la tragedia, con el pensamiento lleno de recuerdos y añoranzas sin cumplir, sofocando al tiempo sobre la pequeña línea de la muerte, con la suplica de la eternidad. No, su voz se ha extinguido para no ser pronunciada ni con la mínima compasión del absoluto, nadie dejará las olas del presente cubiertas ahora por el desencanto de la vida. Dame voz, dame gloria, repetía, para no olvidarme de la felicidad, para no extrañar la música mientras voy decayendo en la últimos rincones del abismo, olvidando la putrefacción que provoca el odio y la mentira.

Fragmento de Yan She. Alan Márquez. 2005

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